La mandolina de Leo Cardozo señala el camino. Y sus dos compañeros —la batería de Miguel Hernández y el bajo de Wuilmer La Cruz— acompañan sus notas brillantes, cubren los baches y colorean el paisaje. El viaje del Impromptu Trío, ensamble que junta esencias de la música venezolana con contextos y ornamentos del jazz, del Caribe, del bossa brasileño y acaso alguna pizca de rock progresivo, ha comenzado.
Spontaneous (2023). Así se titula la primera obra de la agrupación venezolana creada en Miami porque, de acuerdo con el relato de sus integrantes, no hizo falta mucha discusión previa para dar con el concepto. Fue un proceso más instintivo que racional. Bastó la comprensión de las estructuras de las ocho composiciones de Cardozo que constituyen el álbum para tomar los instrumentos y comenzar a tocarlas naturalmente.
Cardozo es un mandolinista muy diestro, rápido y versátil, que da poco respiro a las piezas. Canta las melodías, participa en las transiciones y revienta en los solos. Su mandolina le permite una amplitud tímbrica mayor. Puede hacer acordes y llenar vacíos con las cuerdas graves de su instrumento construido en Brasil, que tiene 10 cuerdas —no ocho, como la mandolina habitual— a la manera del genio carioca Hamilton de Holanda. Por eso, a modo de homenaje y agradecimiento a ese país de sambas y chorinhos, el primer tema es un “Capricho brasilero”.
Tras “Get It While You Can”, una pieza enrevesada, con dos compases distintos que incluyen un guiño al Pajarillo llanero, suena un merengue caraqueño, llamado “Capricho asincopado”. El bajo de La Cruz se muestra en otros registros, diapasones arriba (o abajo, dependiendo de cómo se le mire), y aporta acordes, matices, detalles, a veces hasta emitiendo otro discurso en paralelo en torno a ese mismo 5×8 rucaneao.
“Caribbean Island”, un episodio caribeñísimo que se siente como una orilla de playa o la cubierta de un bote en altamar, seguramente funcionará como chispa para levantar de sus sillas al público en las presentaciones en directo. No tanto la “Danza de medianoche”, que trae, en contraste, una danza zuliana serena como un descanso en mitad del álbum; y menos aún la melancólica “Cuando las almas lloran”, que abre como una suerte de bolero despechado y luego pasa a chacarera y bossa. Esta última fue escrita por Cardozo en 2018 durante su duelo por las muertes de Gustavito Márquez, quien fue bajista del C4 Trío y del Aquiles Báez Trío, y de la madre de su amigo y colega William Hernández.
Y precisamente a William, quien por cierto es un estupendo mandolinista, le compuso “Hecho el Willy”, grabada junto a dos invitados de lujo: el cuatrista Henry Linárez y el maestro Juan Ernesto Laya, maraquero del Ensamble Gurrufío. Se trata de una onda nueva que deviene en joropo oriental, un género que es prácticamente una estación obligada de los mandolinistas venezolanos, admiradores del trabajo de glorias sucrenses como Remigio “Morocho” Fuentes y Juancito Silva.
Con el ánimo arriba, llega la última canción de Spontaneous, “Venceré”, en la que participó el tecladista Hildemaro Álvarez, que ha tocado con grandes personajes, de Ilan y Yordano a Gilberto Santa Rosa o la cantautora colombiana Marta Gómez. Su piano eléctrico, sobre esa base inspirada en tambores afrovenezolanos, aporta cierta elegancia a una pieza que lleva consigo un espíritu salvaje.
El Impromptu Trío es de data reciente. Es fruto de la diáspora venezolana en Estados Unidos. Tras vivir durante 5 años en South Bend, Indiana, a donde migró desde Venezuela en 2016, el mandolinista Leonardo Cardozo (Barquisimeto, 1990), quien había sido miembro del ensamble Acordes de Lara, decidió irse a Miami, a donde continuó su carrera musical y, de paso, su oficio como fotógrafo. Allí se reunió a ensayar con el baterista Miguel Hernández (San Cristóbal, 1972) y el bajista Wuilmer La Cruz (Mérida, 1981) hasta formalizar una agrupación sin ataduras de patrones y estilos musicales para, en 2023, lanzar un primer LP y ofrecer, en el local El Maní de El Doral, Florida, su primer concierto.
Fuente: guatacanights.com