Sin que aun se hayan conocido las causas del fallecimiento, la figura de Sinéad O´Connor ha ocupado las primeras páginas de los diarios de todo el mundo y la atención del resto de los medios informativos. Eso demuestra su condición de estrella del pop. Lo último que se sabe sabe es que dejó en Facebook un mensaje de despedida a su hijo Shane Reynolds, que se suicidó en 2022. «El amor de mi vida» y «la única persona que me amó incondicionalmente», escribió. Desde entonces, contaba, vivía «como una criatura nocturna no-muerta». En la plataforma musical Spotify compartió una lista de reproducción dedicada a «todas las madres de hijos suicidas». La cantante perdió la custodia de los cuatro hijos que tuvo.
Su carrera iniciada en 1987 pasó por distintas etapas en las que, al tiempo que era halagada por su espectacular voz y la esencia de sus canciones, recibía asimismo, sobretodo en Estados Unidos, violentas críticas por razones que luego explicaremos. A su controvertida conducta profesional hay que añadirle la de su vida caótica, entre amores rotos y delirios que la llevaron a las puertas del suicidio. Fue la suya una existencia complicada, cuyo final le ha sobrevenido a sus cincuenta y seis años, tras etapas en clínicas donde era atendida por sus desvaríos mentales. Nos quedan sus creaciones musicales, el recuerdo de una voz tan hermosa como dramática.
Sinéad María Bernadette O´Connor vino al mundo el 8 de diciembre de 1966 en Dublín, en un hogar católico pero roto. Cuando ella contaba sólo ocho años sus padres se separaron. Se fue a vivir con su padre. Supimos por testimonio de Sinéad que su madre le infligía castigos físicos. En ese ambiente fue creciendo, ayuna de cariño maternal y con dificultades para alimentarse. Contaba en sus memorias que junto a una de sus hermanas llegó a pedir limosna por las calles de la capital irlandesa para así llevarse a la boca algunas viandas.
Alguien de su entorno escolar descubrió sus posibilidades vocales y esa virtud musical la empujó a actuar en algunas bodas y acontecimientos sociales. Saltó a Londres y en la primera mitad de los años 80 del pasado siglo ya se fue familiarizando con las corrientes del pop rock entonces vigentes en la siempre adelantada capital británica, donde en 1984 entró a formar parte como vocalista del conjunto Ton Ton Maconte. Había dejado la escuela, de donde fue expulsada más de una vez. Ingresó con quince años en un reformatorio. Cuando decidió ganarse la vida cantando, deslumbró con sus versiones de algún éxito de Barbra Streisand. Luego, ya compondría sus propios temas. El álbum The lion and the Cobra, de 1987, le supuso su entrada en el olimpo de las grandes voces del pop rock.
Hubo en su biografía musical episodios importantes, como su primerizo encuentro con los componentes de U2, grupo de gran influencia en su carrera. Su repertorio le permitió triunfar no solamente en el continente europeo, sino en los Estados Unidos y desde allí, se supone que en medio mundo.
Cada diez días se cortaba el pelo
Al margen de la calidad de sus canciones, el original físico de Sinéad O´Connor la ayudó a ser aún más conocida, incluso en ambientes donde pudiera ser ignorada. En aquella época del punk, cuando sus seguidores lucían llamativas crestas de colores en sus cabezas y lanzaban soflamas de protestas contra la sociedad vigente a finales de los años 70 y los 80, Sinéad hizo lo contrario: raparse completamente el pelo. Así es que de ese modo no pasaba inadvertida en sus actuaciones televisivas o en las páginas de las revistas, fueran o no de información musical. Resulta curioso conocer de qué manera tomó esa decisión capilar. El ejecutivo de su casa discográfica la instó a vestirse «más femeninamente», según propia expresión. Acto seguido, la muy rebelde Sinéad fue a una peluquería y ordenó al fígaro que dejara su cabeza como una bola de billar. Y así hizo en adelante: cada diez días la cantante se cortaba el pelo, lo poco que le crecía. «Parecía una extraterrestre aquel primer día que me afeité», admitiría.
Las polémicas
La reclamaron en los Estados Unidos. Y hasta allí fue. Consiguió un imbatible número 1 con «Notting compares 2 U», compuesto por Prince, casi tan extravagante como Sinéad. En el video que se difundió aparecía un primer plano de ella cuando una lágrima resbalaba por sus mejillas, dado un instante emotivo de la letra de Prince, quien la invitó a almorzar en su mansión macabra de Hollywood, de la que salió espantada.
Si bien en el Reino Unido la cantautora irlandesa escandalizaba lo justo, en Norteamérica es donde «se soltó el pelo» y fue tan admirada por unos como proscrita por sectores más conservadores. Hubo dos incidentes que justificaron de sobra esa última reacción. Y es que en uno de los programas de mayor audiencia, de costa a costa, Saturday Night Live, en un momento de la entrevista que le hacían, sacó una postal con la imagen del Papa Juan Pablo II y la rompió acto seguido. Trató de argumentar que lo hacía para denostar el comportamiento de aquellos sacerdotes que cometieron actos sexuales violando a niños. Al día siguiente la cadena de televisión que emitió aquel espacio recibió incontables llamadas y cartas de protesta.
Fuente: libertaddigital.com